Ruanda
Un informe falso
Umoya
El pasado lunes, la Misión de Observación Electoral de la UE emitió su informe final sobre las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Ruanda en setiembre 2008. La presentación tuvo lugar con bastante discreción en Kigali, y la historia no fue recogida por la prensa internacional. Al leer el informe, se entiende esta discreción y por qué esta entrega tiene lugar meses más tarde de la fecha anunciada inicialmente.
En sus comentarios iniciales en la conferencia de prensa en Kigali, el británico Observador Jefe MEP Michael Cashman subrayó que ” Es de desatacar el proceso de democratización en Ruanda desde el fin del genocidio.” Aún así, no es esto lo que insinúa el informe. Aun frecuentemente disimulado en su lenguaje técnico, la misión informa de errores graves en el proceso electoral. Por ejemplo, en el 76% de los centros electorales observados, las urnas no se sellaron; en el 73 % de los casos la ranura superior de la urna no fue sellada después de las votaciones, un dato que, en los mismos y prudentes términos del informe,”pudo haber facilitado un posible abuso electoral”. El proceso de consolidación, un momento crucial que corresponde a cómo se llega a los resultados” es evaluado por la misión como “pobre o muy pobre, con procedimientos no adecuadamente seguidos en el 63,9 % de los casos”. Estos porcentajes se refieren a operaciones observadas por la misión, es decir, en 576 centros electorales de un total de más de 15 000. Uno se puede imaginar lo que ha ocurrido en lugares donde no se contaba con la presencia de observadores.
Aunque todo esto se puede considerar como defectos menores sin un impacto sustancial en el resultado de las elecciones, no lo era el que la misión sabe muy bien que las “imperfecciones” señaladas en su informe son precisamente señales visibles de un masivo fraude electoral. Efectivamente, según varios de sus miembros, la misión descubrió que el Frente Patriótico de Ruanda (RPF) en el poder había sido demasiado eficiente intimidando a los votantes y asegurando la votación, ya que obtuvo el 98.39 % del voto. Esta observación se basa en una sólida muestra del 24.96% del voto total (lo que da un error estándar para la muestra menor, de menos del uno por ciento). Cayendo en la cuenta de que estos resultados parecían demasiado “estalinistas”, el régimen modificó los resultados: oficialmente el RPF obtuvo el 78.76% y otros dos partidos fueron acreditados con el 13.13% (PSD) y el 7.50% (PL). Aunque la misión es plenamente consciente de esta manipulación, no se menciona en el informe, que es así tan falso como las elecciones que pretende analizar.
Por supuesto, la “generosidad” del RPF no resta en nada al hecho de que fue un fraude masivo y centralmente organizado. Sin duda, es como si no hubiera habido elecciones: fue el RPF quien decidió su reparto de voto y el de los otros dos partidos. Hay al menos dos lecciones en esta historia. La primera es que el menor error grave en elecciones en cualquier otro lugar llevaría a una dura crítica y posibles sanciones por parte de los donantes, y que Ruanda – tan frecuentemente como en el pasado – escapa de la condena. Por supuesto, los ruandeses saben que nosotros lo sabemos, y el mensaje para ellos es demasiado claro: la impunidad sigue asegurada. Ello sólo puede animar al régimen a continuar su recorrido de desastrosa gobernabilidad política, que puede eventualmente llevar a una violencia masiva. Como mayor donante bilateral de la ayuda al presupuesto, el Reino Unido tiene una gran responsabilidad en esta probabilidad. La segunda lección se refiere a la misión observadora de la UE. Es una manera inútil de utilizar el dinero de los contribuyentes si no se informa de lo observado. En realidad, es peor que inútil: es contraproducente, ya que proporciona al régimen de Ruanda el mensaje de que no se debe preocupar por llevar a cabo unas libres, justas y transparentes elecciones en el futuro.
Filip Reyntjens es profesro del African Law and Politics University of Antwerp (The report can be found on the Observer Mission’s website: www.eueomrwanda.org)
En sus comentarios iniciales en la conferencia de prensa en Kigali, el británico Observador Jefe MEP Michael Cashman subrayó que ” Es de desatacar el proceso de democratización en Ruanda desde el fin del genocidio.” Aún así, no es esto lo que insinúa el informe. Aun frecuentemente disimulado en su lenguaje técnico, la misión informa de errores graves en el proceso electoral. Por ejemplo, en el 76% de los centros electorales observados, las urnas no se sellaron; en el 73 % de los casos la ranura superior de la urna no fue sellada después de las votaciones, un dato que, en los mismos y prudentes términos del informe,”pudo haber facilitado un posible abuso electoral”. El proceso de consolidación, un momento crucial que corresponde a cómo se llega a los resultados” es evaluado por la misión como “pobre o muy pobre, con procedimientos no adecuadamente seguidos en el 63,9 % de los casos”. Estos porcentajes se refieren a operaciones observadas por la misión, es decir, en 576 centros electorales de un total de más de 15 000. Uno se puede imaginar lo que ha ocurrido en lugares donde no se contaba con la presencia de observadores.
Aunque todo esto se puede considerar como defectos menores sin un impacto sustancial en el resultado de las elecciones, no lo era el que la misión sabe muy bien que las “imperfecciones” señaladas en su informe son precisamente señales visibles de un masivo fraude electoral. Efectivamente, según varios de sus miembros, la misión descubrió que el Frente Patriótico de Ruanda (RPF) en el poder había sido demasiado eficiente intimidando a los votantes y asegurando la votación, ya que obtuvo el 98.39 % del voto. Esta observación se basa en una sólida muestra del 24.96% del voto total (lo que da un error estándar para la muestra menor, de menos del uno por ciento). Cayendo en la cuenta de que estos resultados parecían demasiado “estalinistas”, el régimen modificó los resultados: oficialmente el RPF obtuvo el 78.76% y otros dos partidos fueron acreditados con el 13.13% (PSD) y el 7.50% (PL). Aunque la misión es plenamente consciente de esta manipulación, no se menciona en el informe, que es así tan falso como las elecciones que pretende analizar.
Por supuesto, la “generosidad” del RPF no resta en nada al hecho de que fue un fraude masivo y centralmente organizado. Sin duda, es como si no hubiera habido elecciones: fue el RPF quien decidió su reparto de voto y el de los otros dos partidos. Hay al menos dos lecciones en esta historia. La primera es que el menor error grave en elecciones en cualquier otro lugar llevaría a una dura crítica y posibles sanciones por parte de los donantes, y que Ruanda – tan frecuentemente como en el pasado – escapa de la condena. Por supuesto, los ruandeses saben que nosotros lo sabemos, y el mensaje para ellos es demasiado claro: la impunidad sigue asegurada. Ello sólo puede animar al régimen a continuar su recorrido de desastrosa gobernabilidad política, que puede eventualmente llevar a una violencia masiva. Como mayor donante bilateral de la ayuda al presupuesto, el Reino Unido tiene una gran responsabilidad en esta probabilidad. La segunda lección se refiere a la misión observadora de la UE. Es una manera inútil de utilizar el dinero de los contribuyentes si no se informa de lo observado. En realidad, es peor que inútil: es contraproducente, ya que proporciona al régimen de Ruanda el mensaje de que no se debe preocupar por llevar a cabo unas libres, justas y transparentes elecciones en el futuro.
Filip Reyntjens es profesro del African Law and Politics University of Antwerp (The report can be found on the Observer Mission’s website: www.eueomrwanda.org)
ttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=81103&titular=el-turno-del-presidente-obama-para-asesinar-africanos-
Traducido por Mariola y Jesús María García Pedrajas
"La guerra en Somalia está a punto de convertirse en el problema de Obama"
Los medios de comunicación corporativos declaran que la primera crisis en política exterior para Barack Obama será Gaza, donde los israelíes estarán probablemente enfrascados en su masacre cuando el presidente electo ponga sus manos en la Biblia de Abraham Lincoln, el 20 de Enero. (*)
La conexión estadounidense-israelí durante 60 años sólo es una más de las malhadadas alianzas en las que los EEUU están perpetuamente enfangados. En realidad, los criminales enredos del imperio Americano son un campo minado de crisis que pueden explotar en cualquier momento. Y surgen en los momentos más inconvenientes. Quien siembra vientos recoge tempestades en todo tipo de lugares, como en Somalia.
Hace dos años, George Bush conspiró con Etiopía para invadir Somalia, su vecino en el Cuerno de África. El delito de Somalia era haber conseguido un breve periodo, de seis meses, de relativa paz bajo un régimen Islamista. Al principio, los Americanos crearon coaliciones de señores de la guerra para combatir a los Islamistas, prefiriendo el caos del bandidaje antes que una Somalia en paz bajo un gobierno Islamista. Cuando los señores de la guerra fueron derrotados, Washington animó y financió la invasión etíope, justo antes de la Navidad de 2.006. Los consejeros de EEUU acompañaron a las tropas etíopes en todos los niveles, mientras que la Armada y las Fuerzas Aéreas Americanas bombardeaban a los somalíes por aire y mar.
“Etiopía se encontró con que no podía permanecer entre los somalíes, no importa cuanto le pagaran los Americanos por sus servicios”
Si algún estímulo era capaz de unir a los somalíes, ese era la invasión por parte de Etiopía, su rival histórico en la región. Los Americanos y los Etíopes tuvieron éxito tan solo en crear “la peor crisis humanitaria en África” – peor que la de Darfur, según las Naciones Unidas. Cerca de la mitad de la población somalí, de siete millones de habitantes, fueron puestos en peligro de morir de hambre, con un millón largo de desplazados de sus hogares. La capital, Mogadisicio, se quedó virtualmente vacía. Washington sólo pudo convencer a sus estados clientes, Uganda y Burundi, para que contribuyeran con tropas a una fuerza punitiva de las Naciones Unidas para “mantener la paz”, que pasó la mayor parte de su tiempo intentando quitarse del medio. Etiopía se encontró con que no podía permanecer entre los somalíes, no importa cuanto le pagaran los Americanos por sus servicios. Su ejército está en proceso de retirada.
El ridículo gobierno títere somalí impuesto por los Americanos y los Etíopes nunca podría sobrevivir por sus propios medios y se ha, efectivamente, desintegrado. Algún tipo de fuerza Islamista se hará pronto con el poder en la región. Los Americanos se han puesta a si mismos entre la espada y la pared. George Bush justificó el asalto de Somalia por EEUU y Etiopía como una necesidad de la Guerra Contra el Terror, como un golpe contra los amigos de Osama Bin Laden entre los musulmanes somalíes. Era mentira, por supuesto, pero ahora los EEUU están atascados en el asunto. Washington simplemente no puede permitir que gente de los que dice que son aliados de Al Qaeda formen un gobierno.
George Bush empezó la guerra contra Somalia, pero ésta esta a punto de convertirse en un problema de Barack Obama. La próxima embajadora de Obama en las Naciones Unidas, Susan Rice, es una rabiosa creyente en el derecho de EEUU a intervenir en África en general y, particularmente, en Somalia. Obama y George Bush comparten el mismo Secretario de Defensa, Robert Gates, que juró el cargo el 18 de Diciembre de 2.006, justo una semana antes de que las tropas etíopes, apoyadas por EEUU, se abatieran sobre la capital de Somalia.
Fue la guerra de Gates y Bush durante dos años. Ahora Obama debe decidir si asesinará africanos, basándose en las mentiras de Bush.
(*) El artículo original está escrito antes de la toma de posesión del presidente Barack Obama
Jesus Maria y Mariola Garcia Pedrajas son colaboradores de Rebelión. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.
Artículo original
http://www.blackagendareport.com/index.php?option=com_content&task=view&id=965&Itemid=1
Al Bashir había ordenado que las organizaciones humanitarias se fueran del país
El presidente de Sudán, Omar Hassan al Bashir, ha ordenado hoy que todas las organizaciones internacionales dejen de distribuir ayuda humanitaria en el país en el plazo de un año y que esta labor la asuman en exclusiva las organizaciones no gubernamentales (ONG) del país.
"Hemos ordenado al Ministerio de Asuntos Humanitarios que, en el plazo de un año, los sudaneses asuman completamente el trabajo voluntario en Sudán, después de que las organizaciones internacionales hayan dejado de distribuir la ayuda entre los ciudadanos sudaneses", ha declarado Bashir durante un desfile militar.
"Ellas (las organizaciones internacionales) sólo deben dejar sus ayudas alimentarias en el aeropuerto y las organizaciones no gubernamentales sudanesas podrán distribuirlas", ha añadido el presidente sudanés que gobierna con puño de hierro el país desde hace 20 años.
El Gobierno ha ordenado la expulsión de 16 ONG internacionales en represalia por la orden de detención dictada por el Tribunal Penal Internacional (TPI) contra Bashir por crímenes de guerra y contra la Humanidad en la región de Darfur, al oeste del país. Jartum acusó a estas organizaciones de haber ayudado al TPI, lo cual ha sido negado por las propias aludidas.
Los expertos internacionales creen que en seis años de guerra en Darfur han muerto alrededor de 200.000 personas y han huido de sus hogares más de 2,7 millones. El Gobierno ha reducido la cifra de muertos a 10.000. Alrededor de medio millón de personas se han quedado sin asistencia humanitaria urgente según datos de Acción contra el Hambre, una de las ONG que trabajaban en la región.
Años de conflicto
La rebelión en la región de Darfur comienza en 2003, cuando unos guerrilleros toman posiciones exigiendo un reparto más justo de poder y riquezas. La discriminación negra por la árabe alimenta el conflicto. El gobierno contraataca y en enero y febrero de 2004 se producen graves violaciones contra la población civil. En agosto de 2006 Sudán niega la entrada a cascos azules y lanza, meses después, una nueva ofensiva contra la población. Las denuncias de organismos internacionales crecen hasta que el 4 de marzo de este año se anuncia la orden de arresto contra el presidente.
Al Bashir llegó al poder en 1989 mediante un golpe de estado, que provocó una guerra civil entre el norte del país, de mayoría musulmana, y el sur, principalmente cristiano. Décadas de conflictos armados han dejado las infraestructuras del país casi totalmente arrasadas. Millones de personas han sido desplazadas en un país con grandes áreas de superficie cultivable, grandes reservas de oro y petróleo e importantes plantaciones de algodón.
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