lunes, 13 de abril de 2009

¿Por qué las escuelas no educan?

Visto en el gran blog: Consciencia-Verdad


¿Por qué las escuelas no educan?

Este artículo es el texto del discurso de John Taylor Gatto aceptando el Premio al Maestro del Año de la Ciudad de Nueva York, el 31 de enero 1991. El discurso es impresionante, en ocasiones emocionante, todos debemos de meditar sus palabras.

...

Acepto este premio en el nombre de todos los buenos profesores que he conocido, profesores que han luchado para que sus interacciones con los niños fueran honorables, hombres y mujeres que nunca se sientieron satisfechos, siempre inquisitivos, siempre luchando por definir y redefinir el significado de la palabra "educación". El Maestro del Año no es el mejor profesor, los mejores profesores son demasiado silenciosos para ser facilmente descubiertos, pero el Maestro del Año porta un estandarte, que simboliza a esos profesores que dedican sus vidas felizmente al servicio de los niños. Este premio es tan de ellos como mío.

Vivimos en un tiempo de gran crisis escolar. Nuestros niños están en la cola, entre diecinueve naciones industriales, en lectura, escritura y aritmética. Bien al final. La narcótica economía del mundo está basada en nuestro propio consumo del producto, si no compráramos tantos empolvados sueños el negocio colapsaría - y las escuelas son un importante producto de venta. La tasa de suicidio de nuestros adolescentes es la más alta en el mundo y los jóvenes suicidas son en su mayoría ricos, no pobres. En Manhattan el cincuenta por ciento de los nuevos casamientos duran menos de cinco años. Sin dudas algo está mal.

Nuestra crisis escolar es un reflejo de esta crisis social mayor. Parece que hemos perdido nuestra identidad. Los niños y la gente mayor están confinados y alejados de los temas del mundo en un grado sin precedentes - ya nadie les habla y sin niños ni ancianos mezclándose en la vida cotidiana una comunidad no tiene ni futuro ni pasado, solamente un presente continuo. De hecho, el nombre "comunidad" difícilmente se aplica a la forma en que interactuamos entre nosotros.

Vivimos en redes, no en comunidades, y todas las personas que conozco están solas debido a esto. De alguna forma extraña, la escuela es el actor principal de esta tragedia, igual que lo es en la extensión del sentimiento de culpa entre las clases sociales. Al utilizar la escuela como un mecanismo de clasificación estamos en el camino de crear un sistema de castas, completo con intocables que deambulan por el metro mendigando y durmiendo en las calles.

He notado un fenómeno fascinante en mis veinticinco años de enseñanza - que las escuelas y la escolarización son cada vez más irrelevantes para las grandes empresas del planeta.

Ya nadie cree que los científicos salen de las clases de ciencias o los políticos de las de cívica o los poetas de las clases de literatura.

La verdad es que las escuelas realmente no enseñan nada excepto cómo obedecer órdenes. Este es un gran misterio para mí porque miles de humanos, personas comprensivas trabajan en la escuela como maestros, ayudantes y administradores, pero la lógica abstracta de la institución sobrepasa su contribución individual. A pesar que los docentes se preocupan y trabajan muy duramente, la institución es psicopática - no tiene consciencia. Suena un timbre y el joven con un poema a medio escribir debe cerrar su cuaderno de notas e ir a otra aula donde tiene que memorizar que el hombre y los monos derivan de un ancestro común.

Nuestra forma de escolarización obligatoria es una invención del estado de Massachusetts alrededor de 1850. Se estima que fue resistida - algunas veces con armas - por el ochenta por ciento de la población de Massachusetts, el último bastión, en Barnstable on Cape Cod, no permitió la escolarización obligatoria de sus niños hasta la decada de 1880 cuando el área fue controlada por la milicia y los chicos marcharon a la escuela custodiados por un guardia.

Ahora aquí hay una curiosa idea para evaluar. La oficina del senador Ted Kennedy distribuyó un estudio no hace mucho afirmando que antes de la educación obligatoria la tasa de alfabetización del estado era del 98% y con la escolarización obligatoria los números nunca más volvieron a estar por encima del 91%, manteniéndose ahí hasta 1990. Espero que esto les interese.

Aquí hay otra cosa curiosa para pensar. El movimiento homeschooling ha crecido silenciosamente, un millón y medio de jóvenes están siendo educados completamente por sus propios padres. El mes pasado la prensa educativa informó de la asombrosa noticia que los niños que recibían educación en sus hogares parecían estar cinco o inclusive diez años por delante de sus pares educados formalmente, en lo que se refiere a su habilidad de pensar.

No creo que nos saquemos de encima a las escuelas en el futuro próximo, seguramente no mientras esté vivo, pero si vamos a cambiar lo que rápidamente se está convirtiendo en un desastre de ignorancia, necesitamos darnos cuenta que la escuela "escolariza" muy bien, pero no "educa" – eso es inherente en el diseño de la cosa. No es la culpa de malos maestros o muy poco dinero empleado, es simplemente imposible que educación y escolarización sean la misma cosa.

La escuelas fueron diseñadas por Horace Mann y Barnard Sears y Harper de la University of Chicago y Thorndyke del Columbia Teachers College y algunos otros hombres, para ser el instrumento de la administración científica de la población. Las escuelas intentan producir a través de la aplicación de fórmulas, seres humanos robotizados cuyo comportamiento pueda ser predicho y controlado.

En gran medida, las escuelas tuvieron éxito en esto. Pero nuestra sociedad se está desintegrando, y en tal sociedad, las únicas personas exitosas son auto-dependientes, seguras de sí mismas e individualistas - porque la comunidad que protege al dependiente y al débil está muerta.

El producto de la escolarización es, como he dicho, irrelevante. Las personas bien escolarizadas son irrelevantes. Ellas pueden vender películas, hojas de afeitar, pasar papeles y hablar por teléfono o sentarse sin comprometerse intelectualmente frente a una parpadeante terminal de computadora, pero como seres humanos son inútiles. Inútiles para otros e inútiles para sí mismos.

La miseria diaria alrededor de nosotros está causada, pienso yo, en gran medida debido al hecho que - tal como Paul Goodman lo escribió hace 30 años - forzamos a los niños a que crezcan en lo absurdo. Cualquier reforma de la escolarización tiene que vérselas con sus cosas absurdas.

Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que obliga a los niños a sentarse confinados con otros niños de la misma edad y clase social. Ese sistema efectivamente lo separa de la inmensa diversidad de la vida y de la sinergia de la variedad, realmente lo separa de su propio pasado y futuro, reduciéndolo a un presente continuo bastante parecido a lo que hace la televisión.

Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que te obliga a escuchar a un extraño leer poesía cuando tú quieres aprender a construir edificios, o sentarse con un extraño a discutir la construcción de edificios cuando tú quieres leer poesía.

Es absurdo y anti-vital moverse de clase a clase al sonido de un timbre todos los días de tu juventud en una institución que no te permite privacidad e incluso te persigue al santuario de tu hogar exigiendo que hagas los "deberes".

"¿Cómo aprenderán a leer?" te preguntas y mi respuesta es "Recuerda la lección de Massachusetts." Cuando a los niños se les da una vida completa en lugar de gradaciones por edad en clases, ellos aprenden a leer, escribir y la aritmética con facilidad si esas cosas tienen sentido en el tipo de vida que se despliega alrededor de ellos.

Pero tenga presente que en los Estados Unidos casi nadie que lea, escriba o sepa aritmética obtiene mucho respecto. Somos una tierra de oradores, pagamos lo máximo a los oradores y los admiramos enormemente, y de esta forma nuestros niños hablan constantemente, siguiendo los modelos públicos de la televisión y los maestros. Es muy difícil ya enseñar lo "básico" porque realmente ya no es lo básico para la sociedad que hemos construido.

En este momento dos instituciones controlan la vida de nuestros niños - la televisión y la escolarización, en ese orden. Ambas reducen el mundo real de la sabiduría, fortaleza, templanza y justicia a una abstracción interminable. Siglos atrás, el tiempo de un niño y adolescente hubiera estado ocupado con trabajo real, caridad real, aventuras reales y la búsqueda real de mentores que podrían enseñarle lo que realmente quisiera aprender. Hubiera empleado mucho tiempo en intereses comunitarios, practicando el afecto, reuniéndose y estudiando cada nivel de la comunidad, aprendiendo cómo hacer un hogar y docenas de otras tareas necesarias para convertirse en un hombre o mujer plenos.

Pero aquí está el cálculo del tiempo con el cual los niños a los que yo enseño deben vérselas:

  1. De las 168 horas que tiene una semana mis alumnos duermen 56. Eso les deja 112 horas por semana para ellos.
  2. Mis chicos miran 55 horas de televisión por semana según informes recientes. Eso les deja 57 horas por semana para desarrollarse.
  3. Mis chicos van a la escuela 30 horas por semana, usan aproximadamente 6 horas para prepararse, y volver a casa, y emplean un promedio de siete horas por semana en tareas para el hogar - un total de 45 horas.
  4. Durante ese tiempo, están bajo constante supervisión, no tienen tiempo o espacio privado y son castigados si intentan usar individualmente el tiempo o el espacio.
  5. Eso deja 12 horas por semana para crear una consciencia única.
  6. Por supuesto, mis niños comen y eso necesita algún tiempo - no mucho, porque han perdido la tradición de la cena familiar, pero sí permitimos tres horas por semana de comidas vespertinas.
  7. Llegamos a un tiempo privado neto para cada chico de 9 horas.

No es suficiente. No es suficiente, ¿no es cierto? Cuánto más rico es el niño, por supuesto, menos televisión mira pero, el tiempo del niño rico está estrechamente acotado por un catálogo más amplio de entretenimientos comerciales y su inevitable participación en una serie de lecciones privadas en áreas que muy pocas veces son de su elección.

Y esas cosas no son más que formas cosméticas para crear seres humanos dependientes, incapaces de llenar sus propias horas, incapaces de iniciar líneas de significado para darle sustancia y placer a sus existencias. Es una enfermedad nacional, esta dependencia y falta de objetivos y pienso que la escolarización, la televisión y las lecciones – toda la idea Chautauqua - tienen mucho que ver en esto.

Piensa en lo que nos está matando como nación: drogas, competición desenfrenada, sexo recreacional, la pornografía de la violencia, el juego, el alcohol, y la peor pornografía de todas - vidas dedicadas a comprar cosas, la acumulación como filosofía. Todas ellas son adicciones de personalidades dependientes, y eso es la marca que deja inevitablemente la escolarización.

Quiero contarles el efecto que produce en los chicos el quitarles todo su tiempo - tiempo que necesitan para desarrollarse – y forzándoles a gastarlo en abstracciones. Tiene que escuchar esto, porque ninguna reforma que no ataque estas patologías específicas no será más que un simple lavado de cara.

  1. Los niños a los que enseño son indiferentes al mundo adulto. Esto desafía la experiencia de miles de años. Una observación intensiva de lo que "los mayores" hacían siempre fue una de las más excitantes ocupaciones de los jóvenes, pero nadie quiere crecer ahora, ¿y quien les puede culpar de ello? Nosotros somos los juguetes.
  2. Los niños a los que enseño apenas sienten curiosidad y la poca que muestran es transitoria; no pueden concentrarse durante mucho tiempo, incluso en lo que quieren hacer. ¿Puede ver la conexión entre los timbres sonando una y otra vez para cambiar de clase y este fenómeno de atención evanescente?
  3. Los niños a los que enseño tienen un pobre sentido del futuro, de cómo el mañana está indefectiblemente unido al presente. Como dije antes, viven en un presente continuo, el preciso momento en el que se encuentran es el límite de su conciencia.
  4. Los niños a los que enseño son ahistóricos, no tienen consciencia de cómo el pasado ha dado forma a su propio presente, limitando sus elecciones, moldeando sus valores y sus vidas.
  5. Los niños a los que enseño son crueles entre sí, muestran falta de compasión ante los infortunios, se ríen de la debilidad, y muestran desprecio por aquellos que muestran necesidad de ayuda demasiado abiertamente.
  6. Los niños a los que enseño se encuentran intranquilos ante la intimidad y la franqueza. Son como muchas personas adoptadas que he conocido -no soportan una verdadera intimidad debido a una costumbre de por vida de guardar los secretos dentro de sí mismos por lo que van formando su personalidad a base de trozos y partes de comportamiento prestados de la televisión o adquiridos para manipular a sus profesores. Puesto que no son ellos quienes dicen ser, el disfraz se les cae en la intimidad por lo que las relaciones íntimas deben ser evitadas.
  7. Los niños a los que enseño son materialistas, siguiendo la estela de sus maestros que materialistamente "gradúan" todo -y sus tutores televisivos que ofrecen todo lo imaginable gratis.
  8. Los niños a los que enseño son dependientes, pasivos, y tímidos ante la presencia de nuevos desafíos. Esto es a menudo ocultado mediante actos de bravuconería, mediante enfados y agresividades que en el fondo solo expresan un vacío sin fortaleza interior.

Podría hablar de otras cuantas condiciones que una reforma de la escolarización tendría que afrontar si nuestro declive nacional pretendiera detenerse, pero por el momento ya han comprendido mi postura, tanto si están de acuerdo con ella como si no. Puede que sean las escuelas las que causen estas patologías, o la televisión, o ambas. Es una simple cuestión [de] aritmética, entre escuela y televisión todo el tiempo que los chicos tienen libre es absorbido por ambas. Eso es lo que destruyó la familia estadounidense, que ya no es más un factor en la educación de sus propios hijos. Televisión y escolarización, ahí debe buscarse a los responsables.

¿Qué se puede hacer? Primero necesitamos un feroz debate nacional que no decaiga, día tras día, año tras año. Necesitamos gritar y discutir sobre este modelo de escuela hasta que se arregle o se retire de la circulación para su reparación, una cosa u otra. Si podemos arreglarlo, de acuerdo; si no podemos, entonces el éxito del movimiento de "la escuela en casa" muestra una vía alternativa con futuro prometedor. Poner el dinero que ahora gastamos en escolarización, hacia la educación en la familia podría matar dos pájaros de un tiro, reparar las familias al tiempo que reparamos a los hijos.

Una reforma genuina es posible pero no debería costarnos nada. Necesitamos volver a pensar en las premisas fundamentales de la escolarización y decidir qué es lo que queremos que los niños aprendan y por qué. Durante 140 años esta nación ha tratado de imponer objetivos de arriba a abajo desde los altivos puestos de mando centrales conformados por "expertos", una élite central de ingenieros sociales. No ha funcionado. No va a funcionar. Y es una gran traición a la promesa democrática que hizo en su día de esta nación un noble experimento.

El intento soviético de crear la Republica de Platón en Europa del Este ha sucumbido ante nuestra vista, nuestro propio intento de imponer el mismo tipo de ortodoxia centralizada utilizando las escuelas como un instrumento también se está resquebrajando, solo que mas lenta y dolorosamente. No funciona porque sus premisas fundamentales son mecanicistas, anti-humanas, y hostiles a la vida familiar. Las vidas pueden ser controladas por la maquinaria educativa pero siempre se revolverán con las armas de la patología social: drogas, violencia, auto-destrucción, indiferencia y todos los síntomas que veo en los niños que educo.

Ya es hora de que miremos hacia atrás para recobrar una filosofía educativa que funcione. Una que me gusta especialmente fue la favorita de las clases dirigentes europeas durante miles de años. Utilizo tanto de ella como me lo permite mi condición de profesor, es decir, tanto como puedo dentro de la institución de la escolarización obligatoria. Creo que funciona tanto para los niños pobres como para los ricos.

En el núcleo de este sistema de educación para las élites está la creencia que el autoaprendizaje es la única base del verdadero aprendizaje. En cualquier sitio en este sistema, a cualquier edad, encontrará planes para colocar al niño solo, sin guía y con un problema que resolver. Algunas veces el problema lleva implícito grandes riesgos, como el problema de cabalgar un caballo o hacerlo saltar, pero eso, claro, es un problema satisfactoriamente resuelto por miles de niños de la élite antes de cumplir diez años. ¿Podemos imaginar a alguien que haya superado tal desafío que alguna vez le faltara confianza en su habilidad para hacer algo? A veces el problema es un problema de superar la soledad, como hizo Thoreau en Walden Pond, o Einstein en la casa de aduanas de Suiza.

Uno de mis antiguos alumnos, Roland Legiardi-Lura, aunque huérfano de sus dos padres y sin herencia, tomó una bicicleta y atravesó solo los Estados Unidos cuando apenas había superado la niñez. No nos puede extrañar entonces que ya siendo un adulto, decidiera hacer una película sobre Nicaragua, aunque no tuviera dinero ni experiencia previa en la realización de películas, y que ganara un premio internacional, aunque su trabajo regular fuera el de carpintero.

Ahora estamos quitando a nuestros niños todo el tiempo que necesitan para desarrollar su auto-conocimiento. Ya basta de tanta charlatanería. Tenemos que crear experiencias escolares que devuelvan a los niños su tiempo, necesitamos confiarles desde una edad temprana con estudio independiente, quizás programado desde el colegio pero que tenga lugar fuera de la institución educativa. Necesitamos crear un curriculum donde cada niño tenga la oportunidad de desarrollar su individualidad y su auto-confianza.

Hace poco tomé setenta dólares y envié a una niña de doce años de mi clase con su madre - que no hablaba inglés - en un autobús hacia la costa de New Jersey para encontrarnos con el jefe de policía del distrito de Sea Bright para comer y disculparnos por contaminar [su] playa con una botella de Gatorade usada. A cambio de esta disculpa pública habíamos quedado en que el jefe de policía le enseñaría el trabajo de un policía de barrio durante un dia cualquiera. Unos días después, dos más de mis alumnos de doce años viajaron solos a la Calle West First desde Harlem donde empezaron el aprendizaje con un editor de periódicos, la siguiente semana tres de mis alumnos se encontraban en mitad de los muelles de carga de Jersey a las seis de la mañana, estudiando la mente del presidente de una compañía de transporte por carretera que despachaba trailers hacia Dallas, Chicago y Los Ángeles.

¿Son estos chicos "especiales" o èrtenecen a algún programa "especial"? Bueno, en cierto modo sí, pero nadie sabe sobre este programa salvo los chicos y yo. Solo son buenos chavales de Central Harlem, brillantes y despiertos, pero tan mal escolarizados cuando me los encontré que la mayoría de ellos no sabían sumar o restar. Ni uno de ellos sabía la población de Nueva York o cuan lejos está Nueva York de California. ¿Eso me preocupaba? Por supuesto, pero tenía confianza en que según iban ganando confianza en sí mismos también se convertirían en sus propios maestros, y solo la auto-enseñanza tiene un valor a largo plazo.

Tenemos que devolver a los niños tiempo libre ahora mismo porque esa es la clave para el auto-aprendizaje, y debemos re-introducirles en el mundo real tan rápido como sea posible para que el tiempo libre pueda ser usado en algo más que abstracciones. Es una emergencia, requiere una drástica acción de corrección -nuestros niños están cayendo como moscas dentro de la institución escolar, ya sea buena o mala, no importa. Es irrelevante.

¿Qué más necesita un sistema escolar re-estructurado? Necesita que deje de ser un parásito del trabajo de la comunidad en la que se inserta. De todas las páginas escritas en la contabilidad de la historia, solo existe una entrada donde se recluya a nuestros jóvenes y no les pidamos nada de ellos al servicio del bien común. Llego incluso a creer que necesitamos hacer de los servicios a la comunidad una parte importante de la enseñanza escolar. Además de la experiencia enriquecedora que supone trabajar de forma no egoísta, es la forma más rápida de dotar a los jóvenes de responsabilidades reales en la vida corriente.

Durante cinco años manejé un programa escolar no convencional donde cada niño, pobre y rico, listo y no tanto, tenía que dar 320 horas de servicios a la comunidad. Decenas de estos niños volvieron años después, ya crecidos, y me contaron que la experiencia de ayudar a alguien les había cambiado sus vidas. Les había enseñado a ver desde otra perspectiva, a repensar metas y valores. Ocurrió cuando tenían trece años, durante el programa de practicas de Laboratorio, y solo fue posible porque el distrito escolar rico de al lado estaba en reestructuración. Cuando volvió la "estabilidad", el laboratorio común cerró. Fue una experiencia muy exitosa con un grupo de jóvenes bastante heterogéneos, a un coste demasiado bajo como para permitir que continuara. Hicimos que los costosos programas de élite lucieran mal.

No hay escasez de problemas reales en la ciudad. A los niños se les puede pedir que ayuden a resolver los problemas a cambio del respeto y la atención de todo el mundo adulto. Bueno para los niños, bueno para el resto de nosotros. Eso es un currículo que enseña lo que es la Justicia, una de las cuatro virtudes cardinales en cada sistema de educación de élite. Estudio independiente, servicios a la comunidad, arriesgarse a la experiencia, largos periodos de privacidad y soledad, un millar de diferentes formas de aprendizaje, una por dia o más tiempo - estas son medidas potentes, baratas, y efectivas de empezar una reforma real de la escolarización. Pero ninguna reforma a gran escala va a funcionar de forma que permita recuperar a nuestros jóvenes ya dañados ni a nuestra sociedad enferma hasta que impongamos abiertamente la idea de que la escuela debe incluir a la familia como motor principal de la educación. Los suecos se dieron cuenta de eso en 1976 cuando abandonaron el sistema de adoptar niños no deseados y en vez de eso emplearon tiempo y fondos nacionales para reforzar la familia original, de modo que todos los niños nacidos en Suecia fueran deseados. No tuvieron éxito por completo, pero si redujeron el número de niños suecos no deseados de 6000 en 1976 a 15 en 1986. Entonces se puede hacer. Los suecos simplemente se cansaron de pagar por la ruina social causada por niños que no fueron criados por sus padres naturales, de modo que hicieron algo al respecto. Nosotros también podemos hacerlo.

La familia es el principal motor de la educación. Si utilizamos la escolarización para separar a los niños de sus padres - y no nos confundamos, esa ha sido la función central de las escuelas desde que John Cotton lo anunció como el propósito de las escuelas de Bay Colony en 1650 y Horace Mann lo declaró como el proposito de las escuelas de Massachusetts en 1850 - vamos a continuar con el espectáculo de horror que tenemos ahora. El currículo de la familia está en el corazón de cualquier buena vida, nos hemos alejado de ese currículo; es hora de volver a el. La forma de devolver la salud a la educación es que nuestras escuelas lideren la liberación del dominio absoluto de las instituciones sobre la vida familiar, para promocionar durante el tiempo de escolarización confluencias de padres e hijos que fortalezcan los lazos familiares.

Ese fue mi objetivo real cuando envié a la chica y su madre al distrito de la costa de Jersey para encontrarse con el jefe de policía. Tengo muchas ideas para formular un currículo familiar y supongo que muchos de ustedes también las tendrán, una vez que empiecen a pensar al respecto. Nuestro mayor problema en lograr que este tipo de pensamiento pueda reformar la escolarización es que tenemos muchos intereses creados bloqueando de antemano estos esfuerzos, que sacan provecho de la escolarización tal cual es, a pesar de que su vacía retórica pueda declamar lo opuesto. Tenemos que exigir que nuevas voces y nuevas ideas sean escuchadas, mis ideas y las de ustedes. Ya hemos tenido un amplio repertorio de voces autorizadas, divulgadas ampliamente en la prensa escrita y la televisión - una década de debates libres en los que participemos todos es lo que se necesita ahora, no más opiniones de "expertos”. Los expertos en educación nunca han tenido razón, sus "soluciones" son costosas, solo sirven a ellos mismos, y siempre requieren mayor centralización. Ya basta. Es hora de volver a la democracia, al individualismo y a la familia. Ya dije lo que quería decir. Gracias.

2 comentarios:

Charlie dijo...

Se puede decir que el premio está muy bien entregado, claramente. Brutal. Gracias por compartirlo.

José dijo...

Gracias por tus palabras y por enlazarme amigo.

Un afectuoso saludo.