martes, 17 de marzo de 2009

Sólo los niños se detienen a escuchar buena música.

Gracias a la gente de www.falsarealidad.com por traducir el texto

La siguiente noticia fechada en 2007, si bien puede ser un poco viejuna, creo que le va como anillo al dedo a Falsa realidad, juzguen ustedes:

Un hombre se sentó en una estación del metro en Washington y comenzó a tocar el violín, en una fría mañana de enero. Durante los siguientes 45 minutos, interpretó seis obras de Bach. Durante el mismo tiempo, se calcula que pasaron por esa estación algo más de mil personas, casi todas camino a sus trabajos.

Transcurrieron tres minutos hasta que alguien se detuvo ante el músico. Un hombre de mediana edad alteró por un segundo su paso y advirtió que había una persona tocando música.

Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera donación: una mujer arrojó un dólar en la lata y continuó su marcha.

Algunos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar, pero enseguida miró su reloj y retomó su camino.

Quien más atención prestó fue un niño de 3 años. Su madre tiraba del brazo, apurada, pero el niño se plantó ante el músico. Cuando su madre logró arrancarlo del lugar, el niño continuó volteando su cabeza para mirar al artista. Esto se repitió con otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir la marcha.

En los tres cuartos de hora que el músico tocó, sólo siete personas se detuvieron y otras veinte dieron dinero, sin interrumpir su camino. El violinista recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y se hizo si len cio, nadie pareció advertirlo. No hubo aplausos, ni reconocimientos.

Nadie lo sabía, pero ese violinista era Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo, tocando las obras más complejas que se escribieron alguna vez, en un violín tasado en 3.5 millones de dólares. Dos días antes de su actuación en el metro, Bell colmó un teatro en Boston, con localidades que promediaban los 100 dólares.

Esta es una historia real. La actuación de Joshua Bell de incógnito en el metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La consigna era: en un ambiente banal y a una hora inconveniente. ¿Percibimos la belleza?, ¿Nos detenemos a apreciarla?, ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?.

Una de las conclusiones de esta experiencia, podría ser la siguiente: Si no tenemos un instante para detenernos a escuchar al mejor músico interpretar la mejor música ¿qué otras cosas nos estaremos perdiendo?.

Como reflexión personal añadir que mucha gente ejecuta actos porque considera que están de moda, olvidándose así, de mirar las cosas con sus propios ojos, escuchar con sus oídos, o apreciar con sus corazones.

Visto y traducido vía: Dedroidify.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso demuestra la realidad de la simpleza y estupidez de la mayoría: solo son capaces de valorar correctamente algo cuando "el mundo" les dice que es bueno, o cuando ese algo es realmente caro. Solo los niños pequeños que no están todavía programados, saben reconocer lo que vale la pena.

Una noticia interesante, y una azaña por parte de ese Sr. que le ha sabido dar una lección a este mundo necio e hipócrita.