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¿Y ahora la Mimética? - Aprendiendo de la naturaleza
Publicado por: Ackbar en Ackbar, tags: Dios habla andalú, Mimética, Natura Lex
Tras ver una magnífica charla TED que la musa de la biomimesis (o biomimética) Janine Benyus ha dado recientemente; he rescatado (por alusión) una noticia sobre una empresa estadounidense llamada Calera de la que quise hablar el año pasado, pero que finalmente dejé pasar. Si no sabéis lo que es la biomimesis (apenas hay un párrafo sobre ella en la Wikipedia en castellano) se trata del estudio de los procesos biológicos y biomecánicos de la naturaleza, para emplearlos como fuente de inspiración en la mejora de la actividad tecnológica humana.
Un ejemplo muy claro de este enfoque lo vemos en el velcro. Se cuenta que en 1948, tras venir de un paseo por el campo con su perro, el ingeniero suizo George de Mestral descubrió lo complicado que resultaba desenganchar de sus pantalones y del pelo de su perro los frutos del cardo alpino (Xanthium spinosum). Observando al microscopio la estructura de estos frutos, recubiertos por pequeños anzuelos que se enganchaban al tejido y al pelo del animal, de Mestral inventó el velcro por mera imitación del proceso.
Y tras esta pequeña introducción, volvamos al tema de Calera. En un artículo de 2008 de Scientific American titulado Cemento a partir del dióxido de carbono, se hablaba de lo que sucedía cuando el caudal de CO2 que las enormes chimeneas de una central térmica arrojan a la atmósfera se hacía pasar a través de agua marina. Si la empresa no miente, se puede usar el 90% de ese CO2 para fabricar algo útil: cemento.
En realidad, esto tampoco es algo que se nos haya ocurrido a nosotros. El coral, ese extraño animal marino con apariencia de planta, viene haciéndolo desde hace millones de años. Calera simplemente ha imitado el proceso empleado por estos pólipos para crear el “cemento” marino con el que confeccionan sus conchas y arrecifes, que no es otro que el de tomar el calcio y el magnesio disueltos en el agua y emplearlos para formar carbonatos a temperaturas y presiones normales.
Según comenta el fundador de la empresa, el señor Brent Constantz: “En Calera estamos convirtiendo CO2 en ácido carbónico para después fabricar carbonatos. Lo único que necesitamos es agua y contaminación”.
El cemento, que se compone principalmente de silicatos de calcio, necesita piedra caliza, otros ingredientes y 1.450 ºC de calor (normalmente obtenido de la quema de combustibles fósiles) para su elaboración. Esta industria es la tercera más contaminante en los Estados Unidos, hasta el punto que se dice que por cada tonelada de cemento que se fabrica se emite otra tonelada de CO2 (o más) a la atmósfera.
Brent Constatz afirma que en Calera “Por cada tonelada de cemento que fabricamos secuestramos media tonelada de CO2”. Si hacemos cuentas, veremos que este proceso reduciría enormemente las emisiones de los países desarrollados. Solamente en los Estados Unidos, en el año 2006 se emplearon más de 122 millones de toneladas de cemento Portland. Y en China el consumo fue al menos de 800 millones de toneladas.
¿Cómo consigue Calera secuestrar el CO2? Empleando secadores por atomización, los cuales aprovechan el calor del gas que circula por el tiro de la chimenea para secar la lechada resultante de mezclar el agua y la polución.
En esencia, la compañia fabrica creta, y ese es precisamente el color del cemento resultante: blanco níveo. Una vez secado, el cemento Calera puede usarse como sustituto del cemento Portland, que es el que normalmente empleamos (mezclado con grava y otros materiales) para hacer el hormigón con el que construimos edificios, carreteras, etc.
También es interesante apuntar que la materia prima empleada para hacer el cemento Calera: el agua de mar, contiene miles de millones de toneladas de calcio y magnesio y que además está uniformemente extendida por todo el planeta (de hecho cubre el 70% de su superficie). Por si fuera poco, una vez se retira el calcio y el magnesio del agua marina, esta resulta perfecta para el tratamiento en plantas desalinizadoras, aunque también se la puede devolver al océano con seguridad.
Si este proceso se emplease en las decenas de plantas térmicas de carbón que tenemos en España, podríamos matar dos pájaros de un tiro. Secuestrar buena parte del CO2 “energético” que de otro modo acabaría en la atmósfera, y al mismo tiempo reducir la factura energética de las cementeras. Y si las térmicas de carbón se sustituyen por las mucho más eficientes centrales de ciclo combinado, el ahorro en gases invernadero será aún mucho mayor y el objetivo de cumplir con Kyoto estaría más cerca.
Recordad, cuando nosotros llegamos, la naturaleza ya viene de vuelta. Tenemos muchísimo que aprender de ella, y la biomimesis puede ser la herramienta perfecta.
Estamos aun muy lejos de comprender la naturaleza misteriosa del agua. El investigador Víctor Schauberger (1885-1958), fascinado también por las formas que adoptaba en su eterno fluir a través de los bosques austríacos, llegó a creer que era un gran error bombear el agua mediante pistones y bombas metálicos, ya que éstos, de alguna forma, “rompían” el agua. Diseñó para evitarlo una bomba de movimiento cilíndrico hiperbólico, cuya finalidad era permitir que mantuviera sus ritmos y estructura naturales, reproduciendo patrones de fluidez en espiral e imitando su movimiento natural.
Rudolf Steniner (1861-1925), célebre creador de la Antroposofía, concedía también una extrema importancia al agua, aplicando sus esquemas fluídicos y energéticos a la agricultura, la medicina, e incluso al lenguaje y a la expresión corporal. Leonardo da Vinci sintió durante toda su vida una fascinación casi obsesiva por el líquido elemento. El eterno movimiento del agua es una constante en su obra, particularmente en sus últimas creaciones. También los manuscritos de Windsor muestran una infinidad de apuntes, bocetos y experimentos suyos relacionados con el agua.
El escultor inglés John Wilkes, inspirándose en similares observaciones, comenzó en los años setenta a crear fuentes en forma de ocho, que indujeran un movimiento rítmico del agua. Sus esculturas acuáticas, además de ser bellísimas obras de arte, tienen como objetivo reproducir y vivificar la misma danza vital que sigue en la Naturaleza, devolviéndole, además, su condición de “agua viva”.
Investigadores como Theodor Schwenk, Peter Redgrove o Victor Schauberger, han reconocido en los modelos de fluidez del agua una dirección en relación con la naturaleza y con nosotros mismos. Schwenk, en su obra, El Caos Sensible, una verdadera obra maestra en el campo de la investigación, escribió: “Un arroyo que serpentea murmurando alegremente sobre las piedras de su cauce, engendra una multitud de pequeños remolinos y superficies internas que son verdaderos órganos sensoriales abiertos al cielo, que perciben el río del devenir cósmico. Al ser absorbida después por todas las criaturas terrestres, las plantas, los animales y el hombre, les transmite todas las impresiones recibidas y las difunde por todas partes”.
Las conclusiones de algunos científicos apoyan cada día más la hipótesis y postulados de los filósofos y de los místicos de antaño. Claudine Luu, de la Universidad de Montpellier, llegó, tras sus investigaciones, a la siguiente conclusión: “El agua es el principal constituyente de los sistemas vivos, y no olvida las sustancias que disuelve (…). Puede así recibir, transmitir e incluso memorizar, o amplificar, efectos de condiciones físicas siempre variables, cuyo origen se encuentra en nuestro entorno próximo o lejano”.
Victor Schauberger, inventor austriaco, famoso por la construcción de los “ túneles medidores de flujo” y conocido como “El Mago del Agua” tuvo su inspiración en una anécdota vivida cuando era un joven guardabosques en Bernerau, Austria donde llevó a cabo sus primeras observaciones del potencial inherente en el llamado “movimiento de vórtice”.
“ Era la época del desove en una noche de luna al comienzo de la primavera. Estaba sentado cerca de una caída de agua esperando capturar un pez. Lo que entonces sucedió, pasó tan rápido que a duras penas pudo entenderlo. En el brillo de la luna sobre el agua podía observarse el movimiento de grandes cantidades de peces. De pronto, las truchas se dispersaron debido a la aparición de una trucha particularmente grande que nadaba ascendiendo desde el fondo para enfrentar la caída del agua. Parecía como si este pez quisiera molestar a las demás truchas y danzó, retorciéndose alternativamente en el agua ondulante, como si nadara rápido y en vaivén. Entonces, súbitamente el gran pez despareció en el chorro de la caída de agua que centelleaba como metal. Lo ví, fugazmente bajo una corriente de agua en forma cónica, danzando en un movimiento rotatorio y flotaba, sin moverse, hacia arriba. Cuando alcanzó la parte baja de la curva de la caída de agua el pez se hundió y con una fuerte presión salió mas allá de la parte superior de la caída de agua”
Cómo podían permanecer, sin movimiento, como si estuvieran suspendidas en el flujo de agua y luego salir como un dardo relampagueante aguas arriba?. Schauberger también había observado que el movimiento del vórtice del agua, un poco por encima del punto de congelación, generaba la potencia necesaria para levantar piedras redondeadas. Estaba convencido de la turbulencia y el movimiento del vórtice del agua en su punto de mayor densidad, generaba una fuerza en la dirección opuesta al flujo de la corriente. Creía que esta fuerza era responsable de levantar piedras y que el pez podría buscar ese flujo de energía y usarlo para permanecer suspendida, sin movimiento en el chorro de agua o lanzarla aguas arriba. Schauberger creía que el pez también empleaba una fuerza generada por el movimiento espiral del agua pasando desde las branquias sobre la superficie del cuerpo.
{En vuestra creación y en las bestias que El esparce hay signos para gente que está convencida de la Verdad} (Corán, 45:4)
Links
http://www.maikelnai.es/2009/08/10/aprendiendo-del-coral-a-hacer-cemento-biomimesis